Un psicólogo forense ha de tener excelentes conocimientos en psicología clínica y dominar las herramientas de evaluación. También es imprescindible que tenga conocimientos profundos sobre la Ley y el Derecho y domine el vocabulario judicial, ya que gracias a estos conocimientos podrá ajustarse correctamente al objetivo de su intervención.
El psicólogo forense interviene tanto en el ámbito civil como penal. En el ámbito penal la prueba pericial puede dirigirse a dos grupos bien diferenciados: los acusados y las víctimas.
En el caso de los imputados o infractores, que pueden estar en libertad o en prisión, en el momento de practicar la exploración, la demanda básica siempre se refiere a la evaluación de la IMPUTABILIDAD. La imputabilidad implica la conjunción de dos factores: el factor intelectivo, es decir el saber, y el factor volitivo, que es inherente a querer. Un imputable sería una persona que sabe lo que hace y quiere hacerlo. En todas las peticiones la pretensión última es evaluar y poder precisar el estado mental del imputado, para ponerlo en relación con el delito. En el caso de las víctimas del presunto delito, el objetivo de la pericial viene marcado normalmente por: valoración de secuelas, capacidad para testificar en la vista oral, credibilidad del testimonio, en casos de menores de víctimas de abuso sexual, etc..
Si en Derecho penal el concepto básico es la imputabilidad, en Derecho civil lo es la CAPACIDAD CIVIL O LA CAPACIDAD DE OBRAR. Y dentro del Derecho Civil, el psicólogo forense participa sobretodo en el Derecho de Familia, en cuestiones relativas a la Guarda y Custodia de los hijos menores, Régimen de Visitas más beneficioso para el menor, etc.